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Modular. Fuerza para. Gente bella. Reencuentros telefónicos, ¡qué gusto oírte! Compas por mail que desde luego no encarnan la masculinidad hegemónica.

Médico de familia. El doctor González es un amor, así que a mí me gusta llamarle por su nombre. Drogas legales. Marañas. Encerrarse un rato en el servicio habilitado para personas con diversidad funcional, porque es ahí donde hay más metros cúbicos de aire. Además, puedes estar al menos ese rato sin las máscaras.

Hacer ovillos con los restos de las madejas. El truco está en ponerle un cartoncillo con varias dobleces dentro y empezar a envolverlo: unas vueltas a lo ancho, unas cuantas a lo largo, y volver al ancho. Parecido a enrollar el hilo sobrante en el carrete cuando pones orden en la caja de los hilos. Si sigues estas pautas con pulcritud, los ovillos quedan perfectos, esféricos.

Respirar profundo. Retener el aire. Expirar lentamente, haciendo con los labios el gesto de una boquilla de globo de cumpleaños apretado con los dedos. Así consigues hacerlo chirriar, aunque prefiero el ronroneo de gata. De vuelta a los espacios autócratas. Quizá merezca la pena, después de todo.